Hace ya algún tiempo que conocí a cierta persona que me ayudo a comprender que la vida no es ni blanca o negra o todo de color rosa. Esa persona me ayudo a entender que no todo es el amor o la amistad que no todo es felicidad y que no todo es tristeza.
Esa persona me enseño a reír a la vez que a llorar, me enseño a depender de mi misma y no de que alguien me diera la mano.
Pero esa persona me enseño todo esto de una manera cruel a la vez que dulce, levantándome cuando me caía y tirándome cuando lograba subir sola. Me enseño queriendome y odiandome a una misma vez.
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